lunes, 10 de noviembre de 2008

Una chica aria

«Viva Hitler Rey», gritó la chica rubia de la primera fila. El revuelo fue considerable, claro, y todos nos quedamos mirándola mientras la sacaban los agentes de seguridad. En ese momento supe que me había enamorado. Me levanté de mi asiento y salí de la sala de conferencias. Ahí estaba, junto a la entrada, arreglándose la ropa. «¿Por qué has dicho eso?», le pregunté.
—Para provocar —contestó ella.
—Objetivo cumplido, está claro.
—Sólo a medias. Lo que esta gente tan pacata no entiende es que el nacionalsocialismo es una doctrina tan válida como cualquiera.
—Es un punto de vista bastante radical, ¿no te parece?
—Tú no serás judío, ¿verdad?
—No me consta.
—En realidad tienes más aspecto de moro.
—Piensa que soy palestino. Llévame a la cama.

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