miércoles, 24 de diciembre de 2003

No era amor

No era amor. Fue otra cosa
Pero según murmuran en la ciudad aquella,
yo cometí el delito de inventarte una estrella,
y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.

No era amor, no era eso
que se enciende en la sangre como una llamarada;
Era mirar tus ojos y no decirte nada
o acercarme a tu boca sin codiciar un beso.

Tarde para mi hastío,
tarde para tu angustia de mariposa en vano,
era como dos ciegos que se daban la mano,
como dos niños pobres, tu corazón y el mío.

Nada más. Ni siquiera
suspirar en la lluvia de una tarde vacía,
No era amor, fue otra cosa. No se lo que sería
Yo sé que es triste que nadie lo creyera.

José Angel Buesa

miércoles, 19 de noviembre de 2003

Persiguiendo fantasmas en la noche

Hoy he visto a mi ex novia. Ha sido en el tren, como de costumbre (debería quejarme a RENFE); ella bajaba y yo subía, pero no llegó a verme. Yo tuve que reprimir el loco impulso de lanzarme tras ella. Quería que me sonriera, que me mirase con esos ojos. Es curioso el poder que aún tiene sobre mí.

Llegué a casa y me senté. Solo. Abrumado por la horrible soledad. Sabiendo que no le importo a nadie. ¿Por qué no me suicidé cuándo hubiera valido la pena? Por simple cobardía, por mediocridad. Porque prefiero ser vulgar y apagarme lentamente, en el olvido, de forma que nadie me recuerde. Y pensé: "persigo fantasmas en la noche". Persigo cosas que no existen y que no puedo tener de ninguna manera. Porque, en realidad, yo soy el fantasma en la noche. Ahí, sentado en silencio, apagada la expresión. ¿Existes si no le importas a nadie? Eso es un fantasma: alguien que quiere existir o que cree que existe, pero no le importa a nadie. Y yo me muevo en el mundo de esa manera: como un fantasma recorriendo los pasillos de una casa vacía. ¿Existimos por nosotros mismos o por los demás? Si estás solo, ¿existes? La soledad es la muerte. La tristeza. Es no ser nada.

Fantasmas que persiguen fantasmas.

miércoles, 8 de octubre de 2003

The saddest story ever told

We used to go out on the summer nights and dance in the neon rain
We used to hold hands at the movie show but we'll never hold hands again
Do do do do do come on
Do do do do do come on

Those days are gone
You and I were young
those summer nights
You'll see the world diving for a girl you'll never find
And then we'll quietly grow old:
the saddest story ever told

Once upon a time we fell in love or at least that's what you said
You say I can find someone else but I just wish I was dead
Do do do do do come on
Do do do do do come on

Those days are gone
You and I were young
those summer nights
You'll see the world diving for a girl you'll never find
And then we'll quietly grow old:
the saddest story ever told

Stephin Merritt

viernes, 19 de septiembre de 2003

La canción del croupier del Mississippi

"Fifteen men on the Dead Man's Chest.
Yahoo! And a bottle of rum!"
Canción pirata.


Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto, este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era
Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
Que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
-ginebra y cerveza, por ejemplo-
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en "Dulce pájaro de juventud"
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento.
Como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchar de vino
tinto y sangre Le livre des masques de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
"Fifteen men on the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!"

Leopoldo María Panero