Alejandra, a sus dieciséis años, es una chica despierta, lo que quiere decir que no sueña, pero tampoco tiene necesidad. Que sueñen otros, dice ella con aire displicente mientras contempla la vida con ojos aguamarina (por ejemplo) y menea la cascada de rizos dorados que es su cabeza.
1 comentario:
Odio a esa pequeña cínica que me ha robado tu atención. La haces demasiado idílica.
Publicar un comentario